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Mostrando entradas de enero, 2023

La lengua y el dialecto

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  No recuerdo ya a la persona en cuestión, pero sí el tema que introdujo. Le habían suspendido una práctica por faltas de ortografía, y ponía el grito en el cielo clamando que por qué José se acentuaba en la “e” cuando ella normalmente decía Jose, con la sílaba tónica en “Jo”. Contaba su historia en un foro de bar tratando de recabar el apoyo de los oyentes y, por mi parte, como habitual abogado del diablo, respondí con un: “Porque una cosa es lo que marca la regla, y otra bien distinta es como tú hablas, o como nosotros hablamos”. La dicotomía o separación entre la lengua oficial y el habla ciudadano viene de lejos. En 1492 Elio Antonio de Nebrija publicó la primera gramática castellana. Un primer paso. Más tarde, en el siglo XVII, en la Francia de Richelieu, en 1635 para más señas, se fundó la Academia Francesa. Los franceses, inventores del absolutismo, fueron los primeros expertos en eso del centralismo en todas las materias. Incluida la lengua. Puesto que el francés se hablaba de

La masa intermedia

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  Como nacido en Iberia tarde o temprano tenía que hacer mención a El Quijote. Quizás con demasiado atrevimiento cuando lo introduzco al lado de otras franquicias, en este caso de tebeos, más allá de lo novelesco, como son Mortadelo y Filemón, y Superlópez. ¿Qué tienen en común? El caballero de la triste figura con los dos agentes de la TIA y con la respuesta a la pregunta de cómo habría sido Superman de haber caído su nave en España, alguien con superpoderes pero recibiendo más palos y sinsabores que triunfos. Se ven ciertos paralelismos, algunas correlaciones. Son obras que alguien calificaría del género paródico. Chanzas y tratamiento humorístico sobre grandes mitos como los caballeros andantes, los agentes especiales o los superhéroes. Ahora bien, yo no lo llamaría parodia. Se refieren como he dicho a géneros definidos, de personajes glamurosos, de mundos idílicos, de valientes y galantes guerreros que deshacen entuertos, agencias de espionaje que defienden contra los maleantes,

El temor a una vida larga

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  En el siglo XIX la esperanza de vida en España no iba mucho más allá de los 40 años, y quizás ande exagerando. Hoy en día, y ya sí que no exagero, tenemos la segunda esperanza de vida más alta del planeta sobrepasando las ocho décadas . La generación de nuestros abuelos, y nuestros padres, probablemente sea la más longeva de la historia. Entre otras cosas porque no puedo constatar que la mía llegue a superarla. E l futuro es incierto, y no es factible asegurar que nuestra generación , entre los treinta y cinco y los cuarenta y muchos, llegue a tanto. Toco madera. Pero, suceda lo que suceda, sin hablar de posibles catástrofes como una guerra, el cambio climático, epidemia, etc., lo que sí que mi generación tiene en mente y guarda perfecta conciencia de ello es que perfectamente, valga la redundancia, podríamos alcanzar la avanzada vejez. Esto es algo novedoso. Es algo que algunos de nuestros padres han tenido, pero no nuestros abuelos. La conciencia de una vida larga, bastante má