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Mostrando entradas de junio, 2023

Querré estar acompañado

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Lo malo del apocalipsis es que, como la muerte, no sabemos cuándo va a llegar. No son pocos los que tienen la certeza de que no lo lograremos, de que arribará un momento, a causa de una III Guerra Mundial, una llamarada solar, el calentamiento global, la catástrofe climática, lo que sea, en el cual los Estados y las estructuras se hundirán y los sistemas gubernamentales dejarán de funcionar. Las leyes serán papel mojado. Cundirá el caos y la desesperación. Demasiada gente residiendo en las ciudades donde no se producen alimentos. La superpoblación manifiesta que depende de un sistema económico global que, aunque injusto, sí que ha permitido semejante proliferación de almas entre las que me incluyo. El conocido cineasta M. Night Shyamalan realizó hace unos años la película “Señales”. La historia de una invasión extraterrestre a la Tierra, diferente a otras que se han rodado, sin grandes ejércitos ni sonoras destrucciones, sino a través del enfrentamiento directo y personal cuerpo a c

De la justificación del poder

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Supongo que los seguidores de este programa se estarán preguntando sobre por qué tantos capítulos hilados acerca de asuntos como historia del derecho, ética, moral, etc. Supongo que se debe al signo de los tiempos, por las inquietudes que presento en este momento. Igual que en otras épocas he indagado sobre arqueología, ciencia, cine o incluso espiritualidad, lo que ahora me abotarga es la sensación de arbitrariedad ante lo que me rodea, en concreto cuando observo y experimento el ambiente político enrarecido del que “gozamos” entre comillas. La pregunta primera sobre el poder es siempre la misma: ¿Cómo se legitima? ¿Cómo justificar que se hayan de cumplir las leyes? ¿Por qué motivo he de obedecer y transigir con lo que me indicas? Uno de los recursos más evidentes para justificar el poder descansa en el uso de la fuerza y la violencia. La militar, la policial, la judicial. Te obligo porque puedo. O el llamado “derecho de conquista” en la Edad Media tan en boga. Combatamos y ser

Del derecho de gentes

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  He de confesar que a veces albergo fantasías de ilegalidad. Nada preocupante. Convertirme en vagabundo, abandonar mis deberes, practicar la desobediencia civil al estilo Henry David Thoreau, huir del mundanal ruido, convertirme en un ermitaño ácrata ilustrado en la soledad del monte. Hace poco escuché el caso de una secta de corte hippie y naturalista que se había asentado sin permiso en una finca privada para practicar el amor libre. Su estilo de vida me es indiferente, lo que traigo a colación es que dadas las leyes actuales sobre okupación resulta muy difícil echarlos. No obstante, lo curioso del asunto trasciende en que no creo que se trate de okupación, o no voy a abordar el asunto como tal. Porque okupar, con “k” de kilo, a menudo se justifica o se fundamenta en un acto de protesta contra las leyes, un miasma de desobediencia civil. Pero lo que alegan los miembros de esta secta es que ellos sencillamente se rigen por unas leyes diferentes a las del Estado. Por lo tanto, se ni