Dualismo electoral

Un fenómeno contemporáneo, de franca actualidad, es el del dualismo electoral. Mejor que definirlo paso a exponer algunos ejemplos. El pasado fin de semana, el domingo, en las elecciones de Brasil, la polarización se percibió netamente en la ajustada victoria del candidato de izquierdas frente al de derechas.

No hace falta hablar de izquierdas o derechas. Hace unos años, la victoria del Sí al Brexit, es decir, la decisión del Reino Unido de salir de la Unión Europea, fue igualmente muy ajustada frente al No. Hasta tal punto que algunos analistas comentan que de haberse celebrado dos o tres semanas antes o después podría haber tenido otro resultado.

Este fenómeno no es nuevo. Viene produciéndose desde hace años y décadas. Prácticamente en todas las elecciones norteamericanas entre demócratas y republicanos, en España mismamente los vaivenes entre izquierda y derecha. El dualismo electoral puede definirse como la feliz coincidencia, o tendencia, a que en las elecciones democráticas tienda a producirse una ajustada disputa en torno al cincuenta por ciento, el fifty-fifty o, puesto que no me gusta emplear anglicismos innecesarios, cincuenta-cincuenta.

La explicación usual habla de polarización, de la división de la sociedad en dos bandos o bloques confrontados que tienden a oponerse.

Muy bien, de acuerdo. Pero quedarnos con que la sociedad se halla fuertemente polarizada no responde a la pregunta. Se trata de una contestación bastante superficial. Habría que seguir profundizando e indagando. ¿Por qué tiene lugar la polarización? ¿Cuál es la razón por la que, cuando se deja o existe cierta libertad de voto, parece que la sociedad tienda hacia el cincuenta cincuenta?

Actualmente, hasta donde yo sé, no contamos con ningún modelo histórico, con ninguna interpretación de la Historia, que explique este dualismo electoral y esta tendencia a la polarización.

Aún más, se trata de un resultado casi contraintuitivo. La lógica nos indica que, si lo que dominase fuese la perspectiva social o económica, las clases medias y bajas, que son franca mayoría a la hora de componer el electorado, deberían decantar la balanza hacia posicionamientos más sociales. Sin embargo, lo que se produce es la polarización.

O, en el caso del Brexit, se dijo que los jóvenes urbanitas, así como la élite cultural y económica, se decantaban por el No, esto es, por seguir en la Unión Europea, mientras que las clases más conservadoras, y la población de mayor edad, preferían independizarse de la influencia foránea. No obstante, menuda coincidencia que a la hora de verdad las estadísticas fueran tan ajustadas en torno al cincuenta-cincuenta. O a lo mejor se trató de una cuestión de grandes nombres. Boris Johnson, partidario acérrimo del Brexit, resultaba mucho más carismático que sus oponentes. Pero, de nuevo hay que recordar que la victoria no fue por mayoría.

En definitiva, estamos ante un fenómeno que se sale de la lucha de clases, del materialismo histórico, de la Historia de los grandes personajes, de los grandes patrones estadísticos socio-económicos. Como digo, es casi contraintuitivo. Pero, en cualquier caso, hace falta una nueva teoría histórica, una nueva visión acerca del fenómeno.

Con base a este fenómeno es por lo que en próximos programas se va a proponer como interpretación alternativa de la Historia Intermedia. Manténganse a la escucha, y hasta la próxima.

 

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