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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Iglesias visigodas

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Hay una iglesia a unos veinte o treinta kilómetros al norte de Mérida que responde al nombre de Santa Lucía del Trampal. Perteneció en su día a un monasterio, abandonado y oculto en la maleza durante más de mil años. No estoy exagerando con lo de mil años. Se trata de uno de los pocos monumentos visigodos que quedan hoy en día en España. O, dicho de otro modo, estamos ante una de las iglesias más antiguas de la Península Ibérica que aún se mantiene en pie. Voy a mencionar otros dos nombres, aún más espectaculares si cabe: Santa María de Melques, en la provincia de Toledo; y San Pedro de la Nave, relativamente cerca de Zamora. Hay más. De momento, que yo haya visitado en persona, me quedo con estas tres menciones. El más conocido es San Pedro de la Nave debido a los maravillosos relieves de época visigoda que se han conservado. Los tres templos datan de entre el 670 y el 710 después de Cristo. Esto es, en los últimos compases de la dominación visigoda, antes de la invasión musulmana.

Lo que debemos al cristianismo

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Recuerdo el revuelo cuando “El código Da Vinci” se puso de moda. Entre despropósitos propios de la teoría de la conspiración y de la pseudociencia histórica sobre la vida de Jesús de Nazareth. Como que estuvo casado, tuvo una hija con María Magdalena, la cual tras la crucifixión huyó nada más y nada menos que a Francia, cuya progenie se emparentó cuatro siglos más tarde con la nobleza merovingia, dando lugar a la sangre real de los reyes franceses, enigma que Leonardo Da Vinci, que trabajó para Francisco I de Francia, ocultó en su obra “La última cena”. No niego que estas leyendas no existieran ya desde el medievo. Pero sí acerca de su verosimilitud. No todo lo que proviene de sociedades secretas ha de tomarse como cierto. Aunque hay un punto en el que la novela, y la película, abrieron los ojos al mundo, quizás demasiado. Me refiero al Concilio de Nicea, convocado en el 325 después de Cristo. Polémico donde los haya porque se puede decir que en él se inventó el Catolicismo. Sopesa

La pista de baile

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  Hace unos años, la película “La Gran Belleza”, de Paolo Sorrentino, sobrevino como un zarpazo para varias generaciones de cinéfilos. La estética, los juegos de cámara, la manera de narrar, los contrastes entre la belleza artística monumental, la música minimalista, y por otro lado la fiesta desmadrada. Entre los diálogos banales y anodinos, y los temas existenciales. En cuanto a mí, sonsaqué varias lecturas. Una de ellas que en la vida social hay un momento para todo. Para mostrarse digno, para ir a la moda, para mantener la compostura, pero también para perderla en la pista de baile. Que en la forja de la imagen social vale tanto la seriedad y el buen desempeño en el trabajo, como hacer el payaso y desbarrar, y que te vean, porque sobre todo es que te vean, ante la música de moda. Dejarse llevar, cada cosa en su sitio. Lo de la pista de baile es todavía una asignatura pendiente para mí. Para una persona que considera las discotecas como uno de los tantos infiernos en vida, un an

El origen del universo

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En su momento ya hice una primera mención del experimento de la doble rendija. Tenemos un fondo sobre el que proyectamos un haz de electrones, un tipo de partículas subatómicas. Entre el foco emisor y el fondo receptor colocamos una pantalla opaca con únicamente dos aberturas paralelas en forma de rendija. Lo lógico, de comprender los electrones como partículas definidas, sería obtener en el fondo dos franjas paralelas correspondientes a las dos aberturas. Cada partícula sale del foco, sigue una trayectoria que atraviesa la abertura, e impacta contra el fondo. Sin embargo, resulta que lo que se obtiene no son dos líneas sino un patrón de interferencia de muchas líneas paralelas. ¿Esto que quiere decir? Estamos ante uno de los grandes misterios de la física, la mecánica cuántica. En el nivel subatómico las partículas existen en estados de superposición con varias posiciones y/o trayectorias a la vez, de tal manera que se comportan como ondas. En definitiva, no pueden ser entendidas c

Posmoderno

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Hace unos quince años, antes de la crisis, en los años del verano y la abundancia, me gustaba de declararme como posmoderno. Me atraía eso de que no existe una única verdad, lo importante es la interpretación, el discurso, la pluralidad de ideas, la multiplicidad de posibles eventos. Claro que he de reconocer que yo tenía una versión bastante personal, particular, peculiar, de lo que era la posmodernidad. Por supuesto que existe en algunos casos una verdad, científica, empírica, demostrable, como que la Tierra es redonda, como que el ser humano es mortal, o que la velocidad de la luz es la que es y no otra. Pero me declaraba posmoderno en el sentido de que existen algunas realidades, dícese sistemas complejos, como el cerebro, la inteligencia, la sociedad, la ciudad, la historia… que no admiten una única verdad, sino que esta es múltiple o secuencial. Es decir, los fenómenos no se pueden explicar bajo una sola teoría, sino que en la combinación de varias que se yuxtaponen o se relev