Entradas

Costa alentejana

Imagen
     Desde España podemos entrar en Portugal por múltiples lugares. Por ejemplo, desde Badajoz por la autovía. Por Olivenza cruzando el Puente Ajuda. Por Villanueva del Fresno y el gigantesco embalse de Alqueva. O por Rosal de la Frontera por la ruta de Aracena y Aroche. Todas estas vías de acceso comentadas llevan al Alentejo, una vasta región que desde la frontera se extiende hasta el mar, y que ocupa todo el sur del país vecino con excepción de la estrecha franja que supone el Algarve de cara al océano. El Alentejo se caracteriza por el interminable bosque de alcornoques. Más de la mitad de la producción mundial de corcho procede de sus extensos dominios. También por su ruralidad, por la escasez de núcleos urbanos de envergadura, con excepciones como Elvas, Évora, Beja, o Portalegre, que en ningún caso superan los sesenta mil habitantes.      En correspondencia, la costa alentejana sorprende por su escasa explotación turística, en comparación con la megalópolis que ocupa el litoral

Conciencia de clase

Imagen
  Hay una historia que nos habla de reyes, de batallas y de conquistas. Hay otra que por contra nos exhorta que la mayoría de los seres humanos que han existido jamás contempló en persona a reyes y emperadores, que las grandes batallas se sucedían de generación en generación, y que en el lapso entre medias la vida se desarrollaba en una lucha cotidiana contra la fatalidad. En la Edad Media, la manera de conquistar un territorio no era tanto un ejército que vencía al que allí estaba apostado, sino que mayormente consistía en un proceso de debilitamiento continuado. No tanto de los soldados del país vecino, sino como de su población. Se basaba en incursiones de saqueo, en quema de viviendas y cosechas, en coacción y asesinatos selectivos. Esto es, en atentados contra la población. Hasta que la gente se hartaba, fomentaba la inestabilidad, se rebelaba contra sus propios líderes por inacción, y se entregaban a otros líderes para que los defendieran o los dejaran en paz. Esto

Una decisión

Imagen
No viene al caso pero me hallo ante una de las disyuntivas más difíciles de mi existencia. Según las vidas de filósofos que estoy leyendo últimamente (Tiempo de magos, Eilenberger), me ha tocado el momento de escoger entre elegir y decidir. Mejor dicho, entre una elección y una decisión. Parecen sinónimos, pero no lo son. Por lo menos, en el alemán, de donde proceden los términos originalmente, de tal modo que elección y decisión son los vocablos escogidos para traducirlos al castellano, debe haber una acepción que separa ambos conceptos. La elección es un hecho convencional, racional. Nos encamina dentro del modelo de vida que nos hemos marcado, o nos han marcado socialmente. Walter Benjamin pone de ejemplo el matrimonio burgués, la sociedad burguesa. Desde que naces tus padres, y la etiqueta de clase, tienen escogido un camino para ti. Te crías, te educas, vas a la escuela, obtienes unos títulos académicos, te casas, aprendes una profesión, desarrollas esa profesión, tienes hijos, lo

Anonimato

Imagen
       El objetivo de la meditación es aclarar las ideas, vaciar la mente de lo superfluo para dejar paso a la verdad. Si no existe la verdad, la meditación lleva a vaciar la mente sin más. Hace tiempo, en otra entrada, hablaba de una situación de sobrecarga que durante una época me asedió, de exceso de pensamientos tal que fluían de manera desordenada e indeseada a la conciencia. Empleé la meditación para descargarme, para sanarme. Ahora resulta que me he vaciado demasiado. Peco de falta de sentido. La conclusión razonable es que podría dejar de existir sin más. Algún día lo haré, y podría hacerlo en este mismo instante. Pero por alguna razón debería considerar que es mejor existir que dejar de existir. Esa es la cuestión. Puede que la vida en sí, su presencia en el universo, a falta de un objetivo, no tenga sentido en cuanto que se compone como el resultado de la organización transitoria en una realidad que avanza hacia la entropía. Dicho de otro modo, un momento de esplendor fatuo f

Determinado

Imagen
  A veces me pregunto si existe el destino. Si nos encontramos predeterminados, si nuestro futuro ya está escrito. En la Edad Media y Moderna especulaban sobre el libre albedrío. Entonces no puede haber destino porque tenemos potestad para tomar nuestras propias decisiones. La versión contemporánea de esta idea es la teoría de los universos paralelos. A cada decisión nuestra el universo se bifurca entre el número de opciones que son posibles, de tal modo que acto seguido de una elección existe una realidad donde hemos dicho “sí” y otra en la que hemos contestado “no”. Ahora bien, la contrapartida de esta tesis es que no hay tal bifurcación. Mejor dicho, no existe tal posibilidad de decir sí o no. Sino que de antemano el resultado de una elección, por mucho que creamos que somos libres para decidir, está determinado. Por ejemplo, si nos dan a elegir entre ir por la derecha o por la izquierda en un cruce de caminos, no se trata de una cuestión de azar o de voluntad, sino que por una seri

Tres monasterios portugueses

Imagen
  Se siente el último semáforo antes de salir de la ciudad con alivio. Como una barrera que se traspasa, una liberación. Cuando se dice último semáforo se comprende igualmente la última rotonda, el último cruce, la última circunvalación, el último atasco. En cualquier caso es como una señal, directamente dirigida al sistema límbico, para relajar los músculos y segregar endorfinas. Adiós a las reglamentaciones, a la arbitrariedad; a los sinsentidos, a la cerrazón de mente y de espíritu. Hola a los espacios abiertos, a la carretera, a la reflexión. A la vorágine de las espadañas en la lejanía y los paisajes en fila. Para este primer periplo me concentro en Portugal. La fecha, agosto de 2023, el lugar en concreto una zona que voy a denominar como de los tres monasterios portugueses. Precisamente por la presencia de tres monumentos, con la categoría de Patrimonio de la Humanidad, en un radio de menos de 100 km. Me refiero al monasterio de Batalha, al de Alcobaça y al convento de Cristo en

Decepción

Imagen
  Mi miedo es personal, proviene de una intuición personal, no es como los niños que se adentran en el bosque y se contaminan el temor unos a otros, sino que he leído, he aprendido, he meditado, y albergo miedo porque eso que observo a mi alrededor pone en peligro lo que creo razonable. Como la separación de poderes, como la libertad de pensamiento. Por supuesto que la razón se puede equivocar, porque se trata de una línea de argumentación en un mundo complejo. Pero al menos me baso en mi razón, y trato de contrastar lo que me llega, y no dejarme engatusar por cualquier meme que me aborda. Es cierto que, como todas las personas, tengo preferencias, y hay cosas a las que soy más permeable. Los seres humanos en verdad tenemos muchas puertas abiertas, muchas formas de entrada, muchas maneras cómo la información nos llega y la aceptamos acríticamente, sin juzgar si nos conviene o es cierta, o es un bulo, o hay alguien que nos la trata de colar porque son sus intereses. Con los años he acog